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Esta colección de escobas surge como parte de Hechizo de Frontera, la primera acción de Sintrópolis. Lejos de su función doméstica o folklórica, aquí la escoba es reconfigurada como dispositivo crítico, como unidad de valor simbólico, y como herramienta para pensar el territorio, la memoria, el deseo y las formas de organización colectiva.

Cada escoba es el resultado de un proceso artesanal, creado a partir de materiales del monte, restos urbanos del tecnocapitalismo y técnicas locales en riesgo de desaparición. No hay dos escobas iguales. Cada una encarna una operación específica: señalar, tensar, sostener, convocar, provocar, cuidar. Su potencia está en lo que activa, más que en lo que representa.